Los Arnau, un imperio del ocio de 150 años

Diari Segre

En todas las generaciones se repite una constante: las mujeres de la familia han sido el motor desde hace 150 años. “Ellas siempre han sido más valientes y atrevidas”, afirma Juan Arnau.

La familia Arnau, con Juan Arnau sénior y sus hijos Cruz y Juan Arnau júnior, es hoy uno de los referentes internacionales de más prestigio dentro del mundo del entretenimiento, el espectáculo y los grandes acontecimientos musicales. Acaban de publicar Bailar en el desierto (Editorial Penguin Random House), un libro que explica el nacimiento y el éxito de este imperio.

Juan Arnau sénior hace fluir de una forma muy entretenida y bien documentada la historia de cinco generaciones (los Satorres de Fraga y los Arnau de Aitona) consagradas, con pasión y esfuerzo, a crear los mejores espacios y espectáculos de ocio, música y baile. El recorrido vital de esta familia está lleno de decisiones arriesgadas pero valientes, de una calidad visionaria del negocio que, alternativamente, los ha arruinado y les ha llevado a los mayores éxitos. Comparten una voluntad inagotable de ser los mejores y el afán para llevar la diversión, el entretenimiento y el espectáculo al más alto nivel de calidad y de creatividad.

¿Cómo lo han conseguido? ¿Cuáles son los pilares de su éxito? Podríamos destacar tres: familia, esfuerzo y una alta capacidad de innovar. El libro, como toda su historia, rezuma familia por todos lados y se revela el papel clave de las mujeres en muchas de las decisiones tomadas. “Sin ellas –reconoce Juan Arnau sénior– seguramente hoy no hablaríamos ni de Florida 135 ni del Festival Monegros y mucho menos de elrow, que han creado mis hijos Cruz y Juan”.

La innovación, tanto a nivel tecnológico como de creatividad, con los mejores equipos audiovisuales y sonoros, ha conseguido que su público, numeroso y fiel, no solo disfrute con la música y los artistas más reconocidos, también vive experiencias inigualables e inolvidables. Nos encontramos en su “casa/centro de creación el row house” en Barcelona, con motivo de la presentación del libro y allí entendimos muchas cosas. Los dos Juan, padre e hijo, Cruz hija, con la madre Mari Cruz, han conseguido crear un mundo especial y un equipo de creativos y colaboradores impecable y fiel.

No existen los límites, no temen el riesgo y saben perfectamente cuál es su motor: hacer feliz a su público.Hace 150 años, en 1873, un joven José Satorres, después de negarse a aceptar un futuro trabajando en el campo y de escaparse de casa para ir a Madrid, volvió a su tierra natal y convirtió un triste café de pueblo en un club social. El Café Josepet llevó a Fraga el primer fonógrafo y después el primer gramófono y, más tarde, espectáculos en directo y un casino. Su nieta María Satorres, casada con Antonio Durán, continuó su legado.

Juntos montaron el Bar Victoria, un café-teatro, club social y salón de baile y cine. Mientras, empezando los años 20, Juan Arnau Cabasés, hijo de una familia de Aitona, se instaló en Fraga. Hombre de negocios visionario, compra el caserón Monfort, lo rehabilita y en 1948, para sorpresa de todo el mundo, abre allí el Cine Florida, entrando en una competencia feroz con el Cine Victoria de los Satorres.

En medio de la rivalidad, Juan Arnau hijo y Pilarín Duran Satorres hija se enamoran, pero la enemistad familiar, al estilo Montescos y Capuletos, pone en riesgo la relación. La hábil intervención de un tío de Pilarín facilita la boda y también sellar un acuerdo de negocios entre las dos familias. Se instalan en la casa que había construido el bisabuelo Josepet, los cines Victoria y Florida van bien y el salón Florida se convierte también en un salón de baile con orquesta propia.

Llega el momento de la música grabada, la electrónica de amplificación y la aparición de los DJ, y superan con creces el reto. Después llegan los nietos y los bisnietos (todos los chicos con el nombre de Juan Arnau) para alcanzar proyectos exitosos marcados por la fuerza del trabajo y la capacidad de innovar. Incrementan el prestigio de Florida 135 y lideran dos buques insignia más: el Monegros Desert Festival y elrow.

La abuela M. Pilar, 92 años y habiendo jugado un papel relevante en esta historia, todavía pregunta a su hijo y a sus nietos, Juan Arnau júnior y Cruz, “¿cómo va el negocio, seguís haciendo feliz a la gente?”.En 1992, Juan Arnau sénior y su mujer Mari Cruz decidieron convertir la finca familiar Les Peñetes, en medio de los Monegros, en el centro de la música electrónica, del baile y de la fiesta, montando el primer Monegros Party. Este julio celebrarán los 30 años del Monegros Desert Festival y prometen desplegar la mayor instalación de arte en forma de escenario, con escenografías inmersivas y decorados espectaculares.

Este año también disfrutarán de un Airbus, procedente del cementerio de aviones de Teruel, convertido en una pista de baile para 800 personas. Les Peñetes, a pesar de ser un lugar yermo, es un espacio emblemático y de gran valor emocional para los Arnau. “El Monegros Desert Festival no es un simple festival, es parte de la historia de nuestra familia –señala Juan Arnau júnior–.

No sé si las 50.000 personas que vienen son conscientes de que están bailando en medio de un desierto.”Los hijos de Juan Arnau, Juan y Cruz, llevan en la sangre la música, la vida, la alegría, el baile, el espectáculo y son los creadores y propietarios de la marca elrow, que va más allá de la música. Es arte, escenografía, teatro, inmersión tecnológica, espectáculo de luz y colores, y baile. “Es una locura –dice Cruz Arnau–.

Tenemos un lema: juntos haremos que la magia suceda, y sabemos que sorprendemos, proponemos caos, fantasía, diversión y mucha felicidad”. Hoy, elrow es una marca global que presenta más de 130 shows cada año, en 65 ciudades de 35 países en los cinco continentes y es reconocido como uno de los más prestigiosos del mundo.Juan Arnau sénior no esconde cuál es el secreto de este gran éxito: hacer feliz a la gente. “Si la gente sale de nuestros festivales con una sonrisa es que ha sido feliz.” La saga Arnau se ha aplicado, desde hace generaciones, el lema que ahora proponen en su nuevo proyecto empresarial, 135 Smiles, una agencia creativa que ofrece todo su know how para hacer realidad cualquier proyecto: “Si lo sueñas, lo hacemos realidad.” Herederos del gran sueño conseguido por su bisabuelo, hace más de sesenta años, cuando convenció a Xavier Cugat de volar desde Las Vegas para ir a actuar a un pueblo perdido en medio del desierto aragonés en la Franja de Ponent.