El pasado sábado 27 de julio pusimos rumbo al desierto Monegros para vivir en primera persona este megaevento del que todo el mundo habla año tras año. Me entusiasmaba la idea de vivir esta experiencia al menos una vez, y en mi cabeza siempre resonaba lo mismo “por verlo, por experimentarlo una vez en la vida, me gustaría ir. Pero ya está”. Lo que no imaginaba yo es que volvería tan maravillada que, sin lugar a dudas, volveré una y mil veces más a este festival siempre que pueda. Antes de empezar mi relato, no quiero dejar pasar la oportunidad de agradecer desde aquí a la organización del festival por invitarme, cuidarme tanto y tan bien, y por hacerme vivir una experiencia inolvidable. Gracias: Rosa Santos, Cruz y Juan Arnau, de corazón.
De Camino al Desierto
Tras dos horas de trayecto desde Barcelona hasta el desierto, empecé a vislumbrar a lo lejos algunos de los stages más emblemáticos del festival; “ya hemos llegado”, pensé al ver las lonas de color rojo y amarillo ondeando, al mismo tiempo que reconocía la silueta tan característica del stage awakenings.
Tras acreditarnos, nos adentramos poco a poco. Debo reconocer que, normalmente, no soy muy fan de los festivales gigantes con miles de stages repartidos por el lugar, pero Monegros fue una auténtica excepción. Todo me alucinaba, todo me gustaba, y todo me parecía tan diferente a cualquier cosa que hubiera visto antes que simplemente me dejaba prendada. A todo esto, debo añadir que encontrarme y, sobre todo, reencontrarme con amistades y gente de la industria que hacía tiempo que no veía, fue un valor añadido para que esta experiencia fuera del todo única e inolvidable.
La Magia del Festival
El Sol abrasador fue testigo de una edición memorable. Con un cartel impresionante y una logística impecable, el evento reunió a miles de amantes de la música electrónica de todas partes del mundo, dispuestos a vivir una experiencia única en medio de un paisaje árido y fascinante. Conforme nos fuimos adentrando, pude contar hasta 11 escenarios, cada uno con una atmósfera y sonido distintivos que capturaron la esencia de distintos estilos dentro de la música electrónica.
En primer lugar, el Soundsystem Temple, el corazón del festival, donde el closing principal estuvo a cargo del maestro Joseph Capriati, quien ofreció un set épico que mantuvo a la multitud en trance hasta el amanecer y más allá. Techno Catedral fue un refugio para los amantes del techno más puro y contundente. Blackworks, un escenario que este año se presentó al aire libre y que combinó la frescura del aire nocturno con ritmos poderosos. Elrow, con su característico estilo colorido y festivo, este escenario fue una explosión de diversión y creatividad. Las decoraciones extravagantes y el buen rollo hicieron de este uno de los lugares más concurridos y, a nivel personal, donde mayor tiempo pasé bailando y disfrutando este año.
Awakenings, por primera vez esta marca tan emblemática y reconocida alrededor del mundo trajo su propio stage a Monegros. Muy, muy fácil de ver y reconocer por su característica forma Gashouder de metal, este escenario mantuvo la esencia del techno con artistas que ofrecieron sets inolvidables.
Industry City 1 y 2, dos escenarios que rindieron tributo a los ritmos más oscuros y salvajes. Ambos fueron testigos de actuaciones intensas que dejaron a los asistentes deseando más. El Greenlight Corner, donde se pudo vivir el regreso del dub y raíces reggae más épico, perfecto para todos los amantes de las cajas y los dub-plates. El Corral, una propuesta más íntima y cercana, perfecta para aquellos que buscaban un sonido de house clásico y moderno, así como disco para refrescarse en medio del calor del desierto. El Pajar, otro de los escenarios íntimos, ideal para disfrutar de drum&bass, breakbeat, jump-up, ragga, jungle o neurofunk. Y La Pinada, una de las novedades de Monegros 2024. El stage contaba con un ambiente más natural y relajado, este escenario fue perfecto para aquellos que querían disfrutar de la música al ritmo de psytechno y progressive psytrance en un entorno más tranquilo y verde.
La combinación del entorno desértico, la tecnología de vanguardia en sonido y luces y la pasión de los asistentes —y de una servidora (todo sea dicho)— creó una atmósfera única. La unión entre la música y la naturaleza fue palpable en cada rincón del festival.
Una Experiencia Inolvidable
Con la caída del Sol, el desierto de Monegros se transformó. Las luces de neón y los láseres tomaron el control, creando un paisaje casi surrealista. La temperatura bajó, pero la energía del público se mantuvo en su punto más alto. Los sets nocturnos fueron una sucesión de momentos épicos, con DJs que se entregaron por completo a su arte, haciendo bailar a la multitud hasta el amanecer.
En esta ocasión, no pude quedarme a disfrutar del amanecer tan épico en el desierto al ritmo de Joseph Capriati. Bien entrada la madrugada me despedí, muy a mi pesar, de la organización y de las personas con las que disfruté al máximo casi 12h de festival. Pero, sin lugar a dudas (y quiero dejarlo aquí escrito): el próximo año prometo vivir la experiencia al máximo posible, ¡con atardecer y amanecer incluidos!
Monegros Desert Festival 2024 se consolidó como uno de los eventos más importantes del calendario electrónico mundial. Con una organización impecable, un cartel de lujo y una energía incomparable, esta edición dejó una huella imborrable en el corazón de todos los que tuvimos la suerte de vivirla.
Gracias por hacernos vibrar en el desierto, ¡nos vemos el año que viene!
By Patricia Pareja