Ibiza es una de esas islas que debido a su energía (es uno de los puntos energéticos del país) o porque allí todo te invita a fluir acaba sorprendiéndote hagas lo que hagas. Lo primero que debo confesar es que no soy una persona de grandes discotecas pero como periodista (y por ende curiosa) cuando ofrecen la posibilidad de conocer cómo se gesta una fiesta desde su inicio no puedo negarme a colarme entre bambalinas.
Toda esta fantasía (que dirían los millennials más modernos y cool, los mismos que llevan la iconic jacket de Desigual y querrían vivir en Lavapiés junto a la obra de Okuda - concretamente en la esquina de la calle Embajadores con la Travesía de Cabestreros-) nace cuando tras pasar una tranquila mañana de septiembre en la playa de Cala Basa acabamos alrededor de una paella gigante en una maravillosa casa ubicada en Talamanca bajo la batuta de Paco Osuna (dj Residente de Elrow) y Okuda San Miguel, juntos se han liado los grafitis a la cabeza (con Desigual de por medio, no hay artimaña cool nacional o internacional en la que no anden involucrados) y han creado una fiesta sin igual que, según palabras del propio Okuda continuará en diciembre en Miami y Nueva York.
En esta genialidad de música, arte e imponentes vistas sobre el mediterráneo acabó derivando en una conversación en dos sillas de plástico en el backstage de ElRow. Acabamos allí viendo como hinchaban 600 flotadores que serían lanzados sobre los asistentes a la fiesta del color más famosa de Ibiza y mientras desembalaban patos, árboles, palomas y una calavera gigante para customizar, al más puro estilo Okuda, la mítica discoteca Amnesia.
Mientras veía cómo las toneladas de confeti (triangular) se agolpaban en el cañón y las bolsas de confeti con la “d” de Desigual esperaban su turno, pude comprobar lo pequeña que resulta una discoteca sin gente, nada que ver con lo que presenciaría horas más tarde. Pero antes, volvamos a cuando, acabé sentada en el parking de Amnesia sentada con Okuda desgranando la magia que entrañaba esta fiesta sin igual.